La incomunicación y la enfermedad
de la incomunicación.
El delirio.
La soledad, el encierro.
Los miedos.
La evasión. La búsqueda de un
anclaje con la realidad a través de lo ilusorio.
Rarezas personales,
interpersonales, comunitarias. [de todo y de todos]
Confluencias de real con lo irreal (y
no tanto) en un mundo añorado, deseado, temido.
La decisión de cómo curar la
propia locura enmarca una película risueña, adorable y, por momentos, hasta poética
donde “the real girl” se duplica en un duelo de presencias y elecciones.
Un Ryan Gosling impecable
Un guión sencillo. Agradable.
Unos vaivenes entre el drama y la
comedia bien calibrados, encastrados en la historia de manera que te vas hundiendo
felizmente en una suerte hamaca paraguaya mientras observas desde ahí [con una
pierna al viento en un plácido día de primavera, ponele. Imaginate una situación mas o menos así] lo que pasa con Lars, Bianca,
Margo, el pueblo, la psicóloga.
Si tuviera que hablar de sensación,
hablaría de algo balsámico.
Es una película preciosa.
Merece un justo 7.5 [sólido].
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