Miré la película solo por la dupla Keaton-Norton.
No voy a mentir, Iñárritu no había hecho nada que me gustara
hasta ahora [bah de las que vi, no?].
Pero nada.
Amores perros no la terminé de
ver porque me quede dormida, 21 gramos me aburrió infinitamente, Babel… por
favoooooooooooooor señor!, minutos que perdí de mi vida, Biutiful no pasé de
los 40 minutos.
Y las otras no las ví.
Gracias Alejandro, al fin hiciste algo que vale la pena ser
visto.[para mí, obvio]
Apenas la terminé de ver quedé varada en la incertidumbre de
si la película me había gustado tanto porque Keaton y Norton están impecables
(tienen una dinámica que es excepcional y que te explota en la cara en los
encuentros que tienen) o porque la película en sí misma es increíble.
Creo que es un mix de ambas.
Los límites entre la ficción y la realidad encastrados y desparramados por todo el film hasta en el
final.
Un falso plano secuencia que nunca se hace eterno ni marea.
El fracaso, la sombra del mismo que los persigue.
La voz en off del alter ego. Ronca. Divina.
El papel de la crítica y su crítica [la conversación entre
Riggan - que roza el monólogo - y la crítica
en el bar es sencillamente genial].
El humor negro, la acidez, la decadencia, la risa, el drama, el
juego de los propios actores riéndose de ellos mismos.
El ego lastimado, el enojo, la furia, el delirio, la locura
que los aprisiona y los catapulta.
Una musicalización hermosa, que trepa rizomáticamente en un
laberíntico plano y se escabulle por cada rincón de los pasajes que atraviesan
los personales (internos y externos).
Y ellos dos. Hermosos. Extraordinarios.
Le cabe un 8.2 [porque el final me dejó con una vaga
sensación de ausencia de algo, no sé bien qué, pero algo ahí me faltó].
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